martes, 30 de noviembre de 2010

LA MEMORIA: ENTRE LA REMEMORACIÓN Y EL OLVIDO

LA MEMORIA: ENTRE LA REMEMORACIÓN Y EL OLVIDO
JOSÉ MARTIN GARCÍA HERNÁNDEZ

En el libro Opacidades Pedagógicas, José Martin García Hernández, aborda un tema de relevancia para la pedagogía, esclarecer la relación entre la epistemología y la pedagogía y aclarar, ¿hay una epistemología y una pedagogía constituidas?
La UPN da el primer movimiento en caminado a aclarar la relación entre la epistemología (teoría de las ciencias) y la pedagogía, esto permitirá establecer límites, definir contornos, así como tomar distancias y aproximaciones, en particular si se toma nota de su pretensión, es así que una tarea se fija: explorar en unos documentos cuyo contenido se exhibe a titulo de epistemología y pedagogía, es decir el esfuerzo se dirige a la comprensión de lo que allí podría colegirse por epistemología (teoría de las ciencias), sostén de la propuesta de tales textos.
La tarea aclaratoria es necesaria parte de una suposición implícita o explícitamente aceptada por la comunidad pedagógica: hay una teoría de las ciencias y una pedagogía constituidas.
Pero ¿desde dónde y cómo realizarla? Si se atiende que la epistemología (teoría de las ciencias) pertenece al campo filosófico, esto ya fija un primer encuadre: seria una epistemología filosófica; pero es un sesgo claramente establecido desde el siglo ilustrado, el encuadre habría de darse como filosofía de la ciencia antes que como epistemología o teoría de las ciencias.
Tal vez ese giro no sea irrelevante para la epistemología. Históricamente no se puede dejar de lado aquel movimiento de deslinde del pensamiento entre lo metafísico y lo físico, filosofía especulativa y filosofía natural, cuya cúspide se alcanzo en el siglo ilustrado y cuya influencia aún perdura. La filosofía especulativa, parecería rebasada por la filosofía natural, que ya no exhibe las debilidades de su linaje: las virtudes y defectos de la misma filosofía. Desde la ilustración se la ha reprochado la confusión por la diversidad de filosofías  y la incapacidad de respuesta, a preguntas cruciales sobre el conocimiento. En cambio la filosofía natural o el conocimiento científico siguen avanzando.
 Como el esfuerzo cartesiano: todo juicio ha de formularse de conformidad con un modelo de pensamiento, cuyo atributo primordial sería el de lo incontrovertible, de donde se sigue el necesario apoyo en una evidencia, en una verdad (cfr. Descartes, 1980; Kim, 1998). Sin embargo el seguir por este camino, tampoco ha conducido al consenso o a un acuerdo mínimo. Heidegger señala como error la postura cartesiana. Con Kant se apela a mantener la razón dentro de ciertos límites, expuesta desde el mismo prefacio Critica de la razón pura: “toda la cuestión se reduce aquí a saber hasta dónde puedo llegar con la razón”. (Kant, 1986).

Inicialmente podríamos apoyarnos en el modelo cartesiano, desde el cual el esfuerzo del pensamiento epistemológico  se centra  en un a triada de firmeza filosófica como lo son la justificación, evidencia y racionalidad  se estaría de acuerdo con este  pensamiento, pero al revisar la bibliografía se da cuenta de que no es de esa manera, ya  que no ha podido aclarar y deslindar esta controversia, antes bien han resultado propuestas incompartidas, desencontradas, conduciendo generalmente a la divergencia y al antagonismo, no sólo en forma y sentidos sino también en cualidades. Por esto, la filosofía, al revelarse incapaz, de  esclarecer toda esta controversia, declaran algunos, debería ser desplazada, o al menos suplementada.
           
Paradójicamente la historia adviene  evidencia e ironía con un gran desacuerdo, pero rememorar es el gran atributo de ésta; por eso es constitutiva del conocimiento, y a la par de la tarea crítica,  la otra vertiente es la revisión de ideas y los usos de los términos, tomando como muestra el uso de una idea: la relación entre epistemología y la pedagogía. Los libros referencia de estas afirmaciones son textos como: epistemología o fantasía, en nombre de la Pedagogía, y El dilema de la pedagogía.

            Al aproximarse a los documentos se extrae una constante: la relación entre epistemología y la pedagogía, se ha de examinar desde el campo científico, con su pensamiento científico, aquel que ha sido capaz de realizar, lo que no ha podido la filosofía: ofrecer sus productos con carácter indudable, conquistado su señorío en el siglo de las luces, ha sido utilizado como referencia  para toda explicación, ya que establece siempre una vinculación inobjetable  entre una observación  científica y la realidad. El éxito de su aplicación  ha conquistado   también al lenguaje, popularizándose  el término que le signa: ciencia.
           
Hoy es común escuchar y leer discursos catalogados como filosofía de la  ciencia o sociología de la ciencia, dando origen a otro campo de conocimiento, al  menos en principio, vinculado temáticamente, fundándolo y deslindándolo por la aplicación de sus propios procedimientos sobre sí mismos: el nombre que los expertos han tomado es epistemología, la línea de pensamiento trazada es una epistemología científica o naturalizada, confirmando la escisión del pensamiento: el científico y el no científico.

El pensamiento no científico debe excluirse, el científico se caracteriza por objetivos “correcto y auténtico”, se ha erigido como la única confiable.

            Se ha erigido como un centro de poder y se ha lanzado a  la  conquista de otros reinos.

Ha pretendido extender su dominio al campo de las llamadas ciencias humanas, un ejemplo visible es la pedagogía, donde se ha querido fundar con la necesidad  de darle un tratamiento epistemológico. De esto, un ejemplo palmario lo constituye la vinculación entre epistemología y pedagogía.

            Sin embargo existe la duda de la cientificidad de las ciencias sociales, preguntándonos: ¿No será un esfuerzo inútil, truncado de antemano, esto es, artificioso?, el científico puede hacer mucho, por ejemplo, qué todo criterio o norma se instaure simplemente porque de él proviene, es decir emana de un “supuesto sujeto de saber”, ejercer un poder no necesariamente quiere decir de un saber.

“el hombre hueco de cabeza es propenso a quedarse boquiabierto por cualquier cosa que se diga”. (Heráclito, Los presocráticos, 1984)
           
El libro Epistemología o fantasía. El drama de la pedagogía, publicado por la UPN en 1992, podría ilustrar lo Arriba dicho. Desde el prologo en su primera pagina los autores marcan, la escasa investigación en los medios pedagógicos mexicanos y marcan la escasa discusión sobre su cientificidad, 

En seguida el autor aborda las consideraciones que Bartomeu hace sobre epistemología y su relación con el pensamiento científico.

            Después se exhibe interés de los autores por definir su postura epistemológica, definen a la epistemología como  una filosofía de la ciencia surgida del desarrollo del pensamiento científico del siglo XX, interesándose por los productos  científicos en función de la historia y los entornos social y cultural.
Una concepción tal de epistemología implica que:

a)      No equivale a una “teoría del conocimiento”. Es decir, no se hace un uso gnoseológico del término;
b)      No equivale a metaciencia, a un suprasaber o saber de saberes donde lo epistemológico  queda señalado como un espacio teórico con atribuciones exclusivas de carácter normativo sobre los otros ámbitos de producción teórica, incluido el campo pedagogico.
c)      El trabajo epistemológico es posterior a los procesos de construcción del conocimiento científico, requiere que el conocimiento de las ciencias ya este elaborado.
d)      En consecuencia dicho trabajo depende del desarrollo de la ciencia.

Persiste pues la duda de la calidad de las investigaciones y parece que la justificación aparece como fantasma, abriéndose la impresión de la injustificacion y el autoritarismo en las afirmaciones.

            Para la relación de la epistemología con la pedagogía ofrecen los autores, en el mismo capítulo, una serie de observaciones realizadas al interior de los discursos pedagógicos, en los cuales detectan una constante: para el pedagogo actual la preocupación es acuciante.

            Algunos pedagogos  sostienen que el meollo del problema de la cientificidad reside  en por ejemplo para, García Carrasco: en el objeto propio de esta área de conocimiento. Para A. quintanilla: la aplicación de una corriente epistemológica en la pedagogía. Para M. Quintana, apela a una epistemología normativa, capaz de juzgar  la cientificidad  de la pedagogía desde un espacio ajeno “al ámbito del conocimiento”. Para Lalande, menciona que la epistemología  en pedagogía tendría razón de ser, si esta logra proceder en su ámbito de trabajo de conformidad con los lineamientos de las ciencias naturales.

Los autores han presentado a su decir  la problemática  epistemológica en pedagogía, a partir de cuatro grandes sentidos derivados de los planteamientos pedagógicos revisados  a saber: “la extrapolación, la exterioridad jerárquica, la identidad epistemológica-ciencia y la identidad objeto de estudio-epistemología.

En el segundo  capítulo del libro proponen la  lectura del falsacionismo como sustento de las ideas de T.W. Moore y F. von Cube, en torno a  la teoría educativa, y como parangón de la pretensión de cientifizar la pedagogía, pero se observa que para Moore
“La Teoría de la educación se encuentra  imposibilitada de justificarse como ciencia, teniéndose que conformarse con  el rango de teoría de la práctica, en tanto que  F. von Cube defenderá lo contrario: lo pedagógico  tiene los méritos suficientes para cientifizarse y participar en ese estatuto”. (T.W. Moore y F. von Cube, cit. en Bartomeu et al., 1996:35).

En el tercer capítulo se rastrea la calidad epistemológica del discurso pedagógico en el contexto de la pedagogía mexicana. Lucas Alamán  y Enrique Rebsamen, quienes antes de preocuparse de la calidad científica de su discurso es una preocupación humanista la que le interesa a esto pedagogos, con Alicia de Alba, quien llega a sostener que para llegar  a  aclarar el panorama sobre la posible cientificidad de la pedagogía, es necesario asumir una ineludible “relación entre teoría del conocimiento del objeto en general y teoría del objeto educativo, pero esto se señala como erróneo, porque la epistemología no puede ser ni aproximarse a la teoría del conocimiento y tampoco aceptan que evitando la palabra  pedagogía y empleando la de ciencias de la educación, como es en el caso de Moreno de los Arcos
Para los autores para los cuales la negatividad  de la cientifización de la pedagogía es evidente, citan a Glazmán puesto que ésta no ha logrado construir y delimitar su objeto de estudio (Bartoume et al, 1996, p. 62).

Por el lado de la positividad de la cientifización se manifiestan autores como Serrano y Díaz Barriga para quienes es posible superar este problema al liberarla de cualquier visión filosófica o dirimiendo el significado  de la cientificidad de la pedagogía, aclarando con ello el significado de este campo científico.

Finalmente se anota que la conclusión según los autores revisados coinciden  al menos en un aspecto del problema, a saber, la Pedagogía es una ciencia a la que habría que darle cuerpo, y esa es la tarea realizada en sus obras; por otro, “que los pronunciamientos incurren en un vicio de asumir sin prueba una cientificidad todavía en discusión.

En el cuarto capítulo se presenta un ejercicio similar al del capítulo anterior, esto es, rastrean el estatuto científico  de la pedagogía, las ciencias de  la educación, y la investigación educativa pero para el caso español, concluyendo de manera similar al del mexicano, donde su calidad científica o no está o se elabora como teoría sustantiva o bien, se espera le sea adjudicada por un poder de certificación.

Siguiendo lo establecido por los autores de Epistemología o fantasía en conclusión, y siendo reiterativos, dos problemas en Pedagogía, en relación con epistemología, se definen: el de la cientificidad de la pedagogía y el de la reconstrucción histórica de esa cientificidad en el propio discurso de la pedagogía.

De conformidad con lo precedente, según los autores para los dos libros revisados, es claro que la epistemología, supuesta, difiere de la que sustantivamente proponemos.

Para nosotros la tarea epistemológica en pedagogía necesariamente debe abordar antes que otra cosa el conocimiento promovido por la segunda; y no a posteriori. Una vez deslindado éste podría calificarse de cualquier manera, pero sólo ulteriormente, no antes, quedando en segundo plano su adjetivación.

Por lo tanto declaramos que, desde donde se alcanza a vislumbrar, la tarea epistemológica en pedagogía no es el deslinde de ésta última en tanto científica, sino el de la comprensión del conocimiento que ofrece.

Por ahora solamente lo asentamos indicando la dirección en la que hay que marchar.

Bibliografía:
García H. José Martín, 2009, Opacidades Pedagógicas Debate epistemológico, UPN, México, pp. 21-65

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